Luces de colores, olor a castañas, villancicos, consumismo frenético, opulentas comidas familiares… La navidad ha llegado y no deja indiferente a nadie.
Lo que a muchos entusiasma, como pueden ser las reuniones familiares, los regalitos o las caras sonrientes, a otros les resulta tedioso, irritante e incluso perturbador y angustiante.
Las navidades representan la culminación de todo un año, el análisis del camino recorrido, que no siempre ultima con un balance positivo. Se realiza un recuento de metas y objetivos, se hace una valoración de las ganancias y mermas en todos los sentidos. Un cómputo negativo puede implicar un desánimo de cara al afrontamiento de estas fechas.
También las pérdidas personales son un factor muy determinante a la hora de encarar las fiestas, ya que la falta de seres queridos por primera vez en estos eventos de reunión afecta profundamente al estado emocional de las personas, que año tras año, mantenían una rutina que se ve forzosamente rota. Es muy frecuente que la nostalgia embargue a las personas que se recrean en lo que han perdido, y de forma muy especial en las fechas navideñas, símbolo de unión, amor y familia. Rupturas sentimentales, distanciamientos sociales, fracasos laborales… con la mirada fijada en un pasado siempre mejor. Las comparaciones con otros ciclos más prósperos, las expectativas no alcanzadas o el recuerdo de las decepciones parecen ser inevitables a la hora de cerrar el año.
Por último y no menos importante, cabe destacar que la reducción de luz (importante afectación hormonal) y la consecuente disminución de la actividad social, la reducción de alternativas de ocio y planes colectivos, también ayudan a movilizarse menos y a sentirse más aburrido, monótono y desanimado.
Es por todo ello por lo que el Trastorno Afectivo Estacional que se da en las fechas navideñas, es posiblemente, el más acentuado del año.
¿Qué podemos hacer para reconducir nuestras malas vibraciones?
Un buen primer paso es cambiar el enfoque, es decir, las expectativas. No esperes a final de año para ser feliz, simplemente recibe estas fechas sin demasiadas expectativas. No busques que las navidades o el año nuevo llenen tus vacíos emocionales. Si crees que a tu vida hay que darle un giro, tienes todo el año y los que vendrán para cambiarlo, no esperes que la navidad o los demás lo hagan por ti.
Aumenta tu capacidad para ilusionarte y date la oportunidad para sentirte contento. Todos lo merecemos y tu también. Piensa en qué cosas te dan placer, que te hace ilusión, realiza una búsqueda de lo que te gusta y trata de practicarlo de forma regular.
Disfruta de cada día y de lo que este te traiga. A veces, los cambios traen cosas buenas y a veces son malas. Captar las dos nos enseñará a disfrutar las primeras y aprender de las segundas. Tener en cuenta que a veces, seguir igual, el que no haya cambios, la estabilidad y tranquilidad, es una opción genial.
Agradece lo que te trae la vida. Date cuenta de la suerte que tienes por lo que tienes, por lo que te rodea. Da las gracias por todo ello y se consciente.
Regala afecto. Es el regalo más preciado que poseemos y el más agradecido.
No te estreses. Si las cosas tienen solución, no te preocupes, y si no la tiene… para que preocuparse.
Vive el presente y céntrate en el futuro. Deja el pasado atrás. Aprende de él y déjalo ir.
Ayuda a los demás. Todos caemos en algún momento. Tener a alguien que te sujete no se paga con dinero, y ayudar a levantarse resulta tan gratificador como productivo emocionalmente.
Haz ejercicio para liberarte de las tensiones acumuladas y para dispensar las hormonas necesarias y en su justa medida, que te harán sentir bien.
La felicidad es un camino, no una meta. Disfrutar de las pequeñas cosas, estar tranquilo, sentirse acompañado, cuidar a los demás, sentirse útil y productivo pueden ser las claves para superar mejor estas fechas y encarar el año con energías renovadas.